miércoles, 30 de mayo de 2012

Configuraciones básicas: preámbulo

Mantra:

Mission defines tactics, tactics defines gear.

La misión define las tácticas, y las tácticas definen el equipo. Es algo que hay que tener presente. Al contrario de lo que ocurría en tiempos pretéritos cuando el soldado escasamente adiestrado estaba constreñido entre la rigidez de su equipamiento y la doctrina, en la actualidad muchos usuarios tanto militares como civiles están capacitados para discernir entre lo adecuado o no para su tarea. Algunas consideraciones son universales (como no cargar más peso del que uno pueda soportar, o el mantener una movilidad, temperatura corporal y confort suficientes) pero otras dependen de múltiples factores. No es lo mismo practicar tiro en el campo que manejar la ametralladora de un vehículo que conducir una patrulla por las montañas. Ni podemos jugar las mismas condiciones cuando montamos guardia en la base que si asaltamos una habitación con hostiles dentro. Cada situación requiere unas respuestas diferentes y en gran medida específicas. y esto nos lleva a la lección 0.1:


No existe ni el equipamiento universalmente válido, ni la configuración perfecta. Cuanto antes entendamos esto antes nos acercaremos a construir nuestro propio criterio en función de nuestras necesidades y nuestro cometido. Si estamos tentados por un material o una configuración que sirva para un roto que para un descosido quizás caigamos en la trampa que hablábamos al vernos las caras con el diecinueve sesenta y uno. Y tengamos algo regulero: bueno para poco y malo para mucho.

Menciones aparte merecen los ámbitos de la recreación histórica y el airsoft, donde el equipamiento tiene sus códigos propios, incluso diferentes sobre los que fueron diseñados.

En la primera nuestro nivel de elección está definido por lo que hiciesen en la unidad y época que recreemos, y el margen de maniobra que podamos tomar puede ser notable o asfixiante. Siempre hablando de reenactment comme il faut, que si decimos que vamos de 101st en Vietnam por llevar un M16a1 y un BDU verde ya es otro rollo.

 En airsoft la particularidad está en la propia limitación del juego -que da para lo que da- que en muchas ocasiones hace que baste llevar una bolsa de Mercadona con cargadores y unas bermudas para ponerle las cosas difíciles a alguien, lo que puede hacer pensar que con cualquier cosa vas como Dios. Podría serlo cuando se trata de ir por un pinar o una nave abandonada y van saliendo las cabezas como el juego este de los topos y los martillos, pero si se le pide algo más una partida siempre acabaremos haciendo lo mismo con el equipamiento. Que a fin de cuentas está para hacernos la vida más fácil y más difícil al contrincante. 


Dejando pasar las consideraciones estéticas (?) en el equipamiento, nos metemos en la configuración del sistema de líneas.

domingo, 27 de mayo de 2012

Black Ops Corporation, Kandahar Place Carrier (KPC)

 Llega un momento feliz en la vida del usuario de material táctico en el que se da cuenta de que el kit que venía usando (sea el de dotación de tu unidad o el que tú pensabas que era fantástico) era una mierda. O que se rompía, y había que cambiarlo de algún modo. Para ambas problemáticas sirve de ejemplo esta pequeña gema sin pretensiones.


En el bullicioso Afganistán de 2004 trufado de operadores occidentales aún con el chip de Desert Storm, la oferta de chalecos portaplacas era limitada y la compra por internet no había alcanzado su madurez. Incorporar modelos nuevos diferentes de los issued casi recién introducidos o simplemente reemplazar los dañados no era del todo fácil.

Ahí entra en juego un pequeño atelier local que pronto se especializa en productos de sencilla factura para satisfacer la creciente demanda de la gente de ISAF y PMC: Black Ops Corporation. Ofrecen chalecos, pouches y pistoleras de diseño más moderno que la mayoría del gear estándar a precios de ganga en comparación con las marcas de prestigio. Y sin más espera que todo lo rápido que puedan trabajar sus máquinas de coser.


Vista frontal, con placa SAPI en el interior.

Esta pieza es un Kandahar Plate Carrier, KPC en adelante. Originalmente en color verde, proviene de Gran Bretaña y tiene un número de serie militar a boli además de este artístico sprayado. Ha visto uso.


Lateral.


Trasera.

En una etiqueta bastante digna que muestra cierto orgullo de marca aparece etiquetado como una L más europea que americana. Las réplicas que se ven por ahí son XL, sensiblemente más grandes. Black Ops fabricó este KPC en OD, tan y negro hasta su cierre.

En 2005 costaba 40 dólares, casi el triple menos que cualquier cosa a la que meterle placas, y verdaderamente suponía una alternativa considerable frente chalecos como los Osprey mkI y II británicos.


Interior de la placa trasera, con etiqueta y costuras de anclaje.

Este diseño no es ingeniería nuclear, pero sí un ejemplo de pragmatismo y economía de medios. Alojamiento para placas (SAPI o Osprey) en pecho y espalda, unas hombreras de mercería de barrio, cierre ventral por velcro. Ningún clip. Las cintas PALS son de tamaño estándar, que no es mal detalle y más de los que otros chalecos posteriores e issued pueden decir.

Costuras y materiales son correctos. Definimos "correcto" como equiparable o ligeramente superior a mucho gear de airsoft pero sensiblemente peor que el de marcas premium en pesada cordura 1000D, de ese que van a heredar tus nietos. Sufriría  con placas de verdad y esta unidad que ya da muestras de fatiga probablemente no aguantase otro despliegue. 40 dólares, decíamos. Y todas las papeletas para regalárselo al traductor afgano después de que te hayas hecho con algo mejor. O para que acabe en Ebay, claro.


Detalle de costura, velcro frontal superior y diferente desgaste en el PALS.

El cierre por velcro resulta muy adecuado para este concepto, y logra una excelente sujeción además de ser muy rápido de quitar. El problema es que tiene fecha de caducidad (seis semanas quitándolo y poniéndolo ocho veces al día bastarán para que pida papas) y como todo velcro dará el coñazo si se satura de suciedad.


Frontal con abertura inferior extendida, réplica SAPI al lado.

Estas tiras en los hombros son otro gran acierto de diseño, proporción y adecuación al material, cumplen su función insospechadamente bien. Las tiras elásticas de mercería son el elemento de peor calidad del conjunto, pero también otra aportación estimable. Con el velcro del frontal superior es la única floritura del KPC, que (acertadamente) hasta prescinde del asa de extracción. En Black Ops no quisieron especular con si aguantaría el peso de un tío de 90 kilos.


Exterior de las hombreras, con la primera de las tres elásticas mostrando castigo.

Porque además de cumplir con su función principal que es sujetar unas placas, se le pueden enganchar cosas molle.


Como con los kebabs, uno nunca se harta de meterle cosas!

No está nada mal ni para el tiempo, ni para el lugar ni las circunstancias que vieron la gestación del KPC. Más allá de la curiosidad de un theather-made-piece-of-kit y que no es comparable al material issued o al comercial premium, el Kandahar desliza desde su simplicidad una valiosa lección: resulta mucho mejor pensar nuestro producto honestamente en respuesta a unas necesidades que copiar otros modelos o intentar un pastiche que cubra todos los requerimientos reales e imaginarios.

Multicam/MTP vs. DPM... en Galicia.

Sin trampa ni cartón. Admitámoslo: hasta que salga a la luz la capa élfica no habrá camuflaje perfecto, ni universal. Lo positivo es que mientras tanto podremos desafiar algunas convenciones, modas y manías. Y lanzarnos en brazos de los fabricantes espabilados, claro.


Diseñar un patrón de camuflaje debe ser cosa curiosa. Sacarlo fuera y que se confunda con su entorno, complicado. Antes de valoraciones objetivas o subjetivas es necesario aclarar que ninguno es perfecto -ni mucho menos.

 En el momento en el que a alguien especialmente pragmático se atrevió a priorizar el amoldamiento al terreno en lugar de a la distinción de las tropas propias de las ajenas, multitud de soluciones han ido en esa vía:  desde imitar el color de una prenda cuando está llena de polvo, aplicar brochazos de pintura en los colores de la vegetación o la creación de esquemas "científicos" que confundiesen al ojo humano o mecánico.

La variedad de colores, luces o texturas que se encuentran en el mundo natural (y el artificial!) es enorme y además tienen la manía de cambiar según la hora del día y el momento del año con lo cual la hipótesis de una "camuflaje omnitópico y omnicrónico" es quimérica a día de hoy.

Llevado al campo militar los condicionamientos para un uniforme de camuflaje encuentran todavía más limitaciones, como pueden ser mantener un precio contenido y una uniformidad, contra los que solo unos pocos pueden jugar. Además especialmente en el ámbito de la simulación militar o el airsoft se da un curioso fenómeno: el hábito de ver y reconocer uniformes determinados.

En esta ocasión la idea es llevar dos patrones militares británicos de generaciones diferentes y diseñados con medios y objetivos diferentes a un lugar específico, el noroeste de la Peninsula.

Los contendientes:


Con cuarenta años a sus espaldas y múltiples exportaciones que lo avalan, el campeón e incónicoDPM (disruptive pattern material).



Al otro lado del ring y respaldado por su gran aceptación por las mejores fuerzas especiales en los últimos años, la versión licenciada por Crye Precision de su Multicam al British Army, MTP (multi-terrain pattern)


El combate, que ya les veo a ustedes suspicaces, está en efecto amañanado de origen. O casi. Galicia aparece evocada como todo muy verde y muy oscuro y muy húmedo, terreno abonado al DPM. Y es de nuevo cierto, aunque nuestra curiosidad y ánimo crítico conduzcan a un versus contra un producto ideado para otras latitudes. Sin embargo el de Crye es un camuflaje "tecnológico" elaborado a base de no poco estudio, tiempo y dinero... y eso es como para darle una oportunidad aunque no seamos tan ilusos de pensar que es la panacea.

Las fotos fueron tomadas en el norte de Galicia a finales de Mayo de 2011. El DPM es un S95 y el MC se corresponde con pantalón multicam y camisa MTP.






























Comer en ops: MRE vs. comida liofilizada

Pongámonos en situación. Tenemos que plantarnos fuera de la civilización durante dos, tres, cuatro días si la cosa se pone seria, vivir de lo que llevemos con nosotros y quizá exponernos a un desgaste severo.  Debemos prescindir de lujos como descansar y comer plácidamente, con calma o cuando nos apetezca: en el mejor de los casos tenemos que hacer como si no hubiésemos estado ahí. En el peor, evitar que otros que andarán por ahí con la intención de jodernos lo consigan.



Como somos gente sana, de dieta aceptable y libre de transtornos alimenticios, asumimos que nuestro cuerpo tiene reserva de energía para afrontar ejercicio intenso durante un par de jornadas sin que nos de un pallá. No será necesario observar un régimen complejo ni hacer malabares con proteínas, grasas, hidratos o sales.

Para un evento o una salida podemos cargarnos de un mix de sandwiches de chorizo, jamón, queso o media empanada de zamburiñas, nuestro estómago no se resentirá. Son fáciles de elaborar, ocupan poco espacio, pesan menos y son baratos. No nos alegrarán el par de minutos que tengamos para deglutirlos, pero podemos vivir con ellos.

Sin embargo, si hace un frío del carajo, llueve y se mojan, si acaban haciendo una bola de papel albal y barro con algo de fiambre y pan dentro, pueden darnos una vida muy miserable. Y no es agradable en absoluto estar en el puto culo del mundo, aguantando las de Dios con los huevos de corbata comiendo una mierda fría, cansina y deteriorada.



Ahí es donde entra en juego esta comparativa: un par de soluciones diferentes, no específicamente diseñadas para el uso que le vamos a dar y que por tanto ninguna es perfecta.


Comida liofilizada:


 Sin entrar en mayores explicaciones, se trata de platos envasados al vacío y deshidratados, originalmente pensados para la montaña. La muestra es una sugerente pasta estilo milanés facturada por Aptonia, marca de Decathlon. Dentro de su categoría se coloca en la gama baja.



Pesa 120 gramos, aporta 462 kilocalorías y su precio ronda los 6 euros.

Para preparla necesitaremos algo más que su bolsa:



En la "versión deluxe" incluimos dos cubiertos, un cazo y su asidero, cubiertos, el conjunto de hornillo (en bolsa negra) y un encendedor.



Todo cabe, aunque no muy ordenado, en un pouch utility de PLCE.



Para hacer que el contenido de la bolsa sea comestible, es necesario verter en ella agua caliente, 230 ml en este menú.
Montamos el hornillo para poner al fuego el cazo y esperamos a que alcance temperatura. No es necesario que hierva.

Contra: no siempre podemos permitirnos encender alegremente una llama.

La preparación no tiene más ciencia que abrir la bolsa y verter en ella el agua caliente.



Doblamos el zip de cierre para que el calor quede concentrado junto al contenido y agitamos para que quede convenientemente mezclado, salvo que queramos disfrutar de delicioso polvo mezclado con masa pastosa, algo que nos puede matar de asfixia y asco a la vez.

Durante la prueba la temperatura ambiente rondaba los 25º, con lo que el proceso se hace breve. Como el fuego del hornillo es constante mientras haya combustible, podemos alargarlo lo necesario si hiciese verdadero frío.



Es posible degustar la pasta directamente desde la bolsa, ayudados por los cubiertos o directamente con la mano. Esto último puede ser molesto si las tenemos muy sucias.



La otra opción es hacerlo sobre un plato... con la contra de que tendremos que lavarlo después, con agua o sin ella.

Conclusión.

La comida liofilizada es comida normal. De la que haríamos en casa, de bote, si no tenemos ganas de comer decentemente. Esto, si estamos en el campo y nos coge con el paso cambiado, puede ser ambrosía de los dioses. Con hambre entra divinamente y sin ella, se deja comer. Suelen ser platos de cocina internacional que todo europeo occidental aprecia, no hay grandes exotismos y se agradece echar el diente a algo que recuerde a casa.

Su aporte calórico es escaso:  460 kcal, cuando podríamos consumir en un día más de 3000. Esto no significa que vayamos a morir de hambre si nos alimentamos de estas bolsas ni nada parecido, pero llevar tres platos para cada día no está de más. No se trata de una comida "que llene" y su digestión es amable. Esto la indica especialmente para tomarla y seguir adelante sin pausarse.

Transportarla no es complicado pese al hornillo y su bombona de gas, pero hay que hacerlo con cierto cuidado: si los menús pueden soportar un trato rudo, la bolsa con los útiles de cocción necesitan ser protegidos.
Genera pocos residuos, pero puede ser neceario limpiar algunos componentes después de comer. Al no ser desechable también exige tener en mente que tal como lo hemos sacado tiene que volver a entrar.

MRE.

La muy popular ración de combate americana, ideada como un menú completo de varios platos para una comida. Hay muchísimas otras raciones militares, pero la mejor característica de la MRE es que sea autocalentable y no necesite agua.



Su peso se eleva hasta los 700 gramos, aporta más de 1000 kilocalorías y su precio oscila. Hablamos de un material cuya venta no está permitida y que por tanto varía según su negro mercado. No es complicado encontrarlas por internet, pero no las veremos en supermercados y su calidad y estado pueden variar. Los precios medios van de los 10 a 15 euros por unidad.  Salvo que tengamos mucha suerte no podremos elegir los menús.



Abrir el paquete (0) puede no ser sencillo y precisar un navajazo.

Aunque en este ejemplo presentemos el Menu 13 todos se componen del mismo modo:

-Primer plato (2) aquí tortelloni vegetales.
-Plato secundario (3) aquí compota de manzana picante.
-Barra energética (7) aquí una especie de toffee mezclado con mermelada.
-Mantequilla, gelatina o crema de queso (5) aquí manteca de cacahuete.
-Postre (4) aquí galletas crackers.
-Caramelos (6) aquí unos M&M's.
-Bebida en polvo (8) aquí una especie de naranjada.
-Paquete de accesorios (crema, una cuchara, sal, sidra en polvo y más)
-Calentador sin llama (1)
-Bolsa para calentar bebida (9)

En efecto son un montón de cosas. Todo se puede comer frío en caso de que emergencia, aunque verdaderamente se disfruta más calentándolo. Para eso tenemos la inestimable ayuda del famoso (1) flameless ration heather.



Funciona introduciendo determinada cantidad de agua que en contacto con químicos produce calor: introduciendo las demás bolsas en ella será como cocinemos la MRE. Con la temperatura amable del día este proceso se extiende por no más de 5 minutos, pero disminuye dramáticamente si nos vemos entre el frío. Si estamos en torno a 0º será muy complicado que mantenga calor suficiente para todos los platos y tendremos que conformarnos con comer medio caliente.  No hay opción de recalentado, salvo que tengamos un hornillo. Existen raciones para tiempo frío, pero no es tan fácil encontrarla.
 Por contra, en climas muy calurosos podríamos prescindir de ella.



Los dos platos principales (2) y (3). Se introducen dentro de (0) hasta que estén calientes.



Más apetecible de lo que parece, los tortellini ya están en el plato. Podemos precindir de este y llevárnoslo a la boca directamente desde la bolsa, que además conservará mejor el calor.



Como no tenemos una vajilla completa, comemos la crema de manzana en su envoltorio. Es un sabor contundente y novedoso para un paladar continental, una sensación que nos acompaña en la mayoría de las MRE. El como acepte el comensal esta novedad es cuestión muy personal.





Galletas crackers (4) en su envoltorio. Si estamos apegados a nuestros hábitos podemos acompañar con ella los platos principales, pero pegan mejor con crema o queso (5)




Crema de cacahuete en este caso. No será del agrado de los apetitos más frugales, algo que se puede extender a toda la ración, pero aporta muchísima energía y un poderoso sabor.

En este punto hacemos hincapié en una de las virtudes de la MRE: no hace falta comerlo todo de una sentada. Cada componente puede comerse por separado, reservándolo para otro momento. Quizás nos alegre un poco la noche de vigilancia el meterse un bocado de queso cheddar que haya sobrado de la tarde.



First strike bar, una barra energética con la que podría hacerse un explosivo. Densísima, golosa hasta el paroxismo e inestimable aliada para recuperar de un esfuerzo.  No hay nada en un supermercado español que se le pueda comparar.



Caramelos muy similares a los que podemos encontrar en Europa. Existe la superstición de que comerlos acarrea mala suerte, subterfugio para regalársela a los niños civiles que podamos encontrar.



El contenido de la bolsita de accesorios. Sal, especias, cerillas, toallitas húmedas y secas. Cuenta con dos preparados para bebida muy apreciables: una especie de tang de naranja y otro de sidra. No natural estilo asturiano ni achampanada: más bien zumo de manzana muy dulce aderezado con canela. Ambas se vierten en agua y saben a gloria bendita.



Estos son todos los residuos que dejó la degustación. Es mucho. Ofrece una idea del peso y volumen de la MRE, aunque por lo menos no hay latas de metal como si estuviésemos en la Antártida con el Captain Scott.

Conclusión

Meterse una MRE entre pecho y espalda, así de buenas salvo que seas un pantagruel, es una bomba. Si un plato deshidratado es comida normal de ciudad, ésta es comida de verdad, como de pueblo. A un estómago europeo lo sacia de veras, a una mala lo puede indigestar ligeramente.  Su alto contenido en sodio a la vez que bajo en agua y fibra ayuda en esto. En boca puede resultar demasiado fuerte, grasoso y de gusto extraño, aunque depende de quien lo pruebe.  El aporte energético es indiscutible.

La lección importante es que a un buen número de gente no le va a gustar e incluso se le hará desagradable. Naturalmente tales sensaciones van a ser minimizadas por el hambre y el cansancio, llegado el momento. A otros les parecerá incluso divertida de comer y más que apetecible... es importante porque estos platos además de proporcionar combustible tienen que hacerte la vida más agradable, no al revés.

La ausencia de llama la hace viable cuando la discreción es vital, pero el poder calorífico desarrollado es muy limitado.

Su peso y volumen no son desdeñables, y siempre nos queda la opción de tunearlas/aligerarlas a nuestro criterio, aunque el resultado solamente sería apreciable si llevásemos más de de media docena.  Rara vez llevaremos más de tres, no es ninguna locura dentro de una mochila. Las puedes tirar desde un avión, sumergirlas y lanzarlas y seguirán siendo comestibles.

Preparar los platos principales lleva su tiempo, tal vez más del que tengamos. En la otra mano, nos podemos meter en un bolsillo las barritas o los platos secundarios para echarles el diente cuando tengamos ocasión. Hay que tener cierto cuidado de no zampárselo demasiado rápido o el tendremos que lidiar con un estómago pesado. Todo esto hace que no sea la mejor compañera para situaciones tensas o frenéticas!


Comparativa.

Liofilizada.

Pros:

-Apta para todos los gustos y estómagos.
-Calentable y recalentable al gusto.
-Precio y facilidad para hacerse con una, además de elegir qué plato queremos.
-Peso y tamaño muy contenido.
-Rápida de cocinar y consumir.

Cons:

-Llena poco y necesita complementos.
-Necesita hornillo, gas, cazuela y agua.
-Los elementos anteriores necesitan ir protegidos.
-Hace llama.


MRE.

Pros:

-En una sola bolsa hay un montón de cosas comestibles y/o útiles.
-Se puede consumir por partes, en cualquier orden y dejar para después.
-Excelente fuente de energía.
-No hace llama.
-Se puede comer fría y sin agua.
-Indestructible.

Cons:

-Menús americanos que pueden no gustar a todo el mundo.
-Pesada en la digestión.
-Generan gran cantidad de residuos.
-La bolsa calentadora es de un solo y breve uso.
-Cocinar todo el menú lleva tiempo y ocupa espacio.
-Precio más elevado, compra más dificultosa y sin garantía de frescura. Por lo común, comemos el que toque en suerte.

Flyye (réplica LBT) 1961a


Hay material excelente en determinados cometidos, lugares o situaciones, pero como los saques de ahí pueden ser una pesadilla. Otro, menos específico, no es bueno en nada en particular, pero puedes meterte en cualquier lío, que por lo menos no te joderá a traición. Lo malo es cuando aparece uno que está a medio camino. Y cuando hace fortuna, se convierte en tendencia y amenaza al insinuarse su universalidad, tenemos un problema.


Nunca he estado en Virginia Beach, pero no es dificil imaginárselo como un lugar donde en ciertos en bares o gimnasios te cruzas  con tíos muy tatuados con anclas, águilas, tridentes y cosas así.

Ahí mismo, en el 585 de la calle London Bridge, y desde 1989 está LBT. Una marca cara, de diseños conservadores, que ofrece garantía de por vida en sus productos. De las del proudly made in the USA: mientras Eagle fabrica en República Dominicana y Blackhawk en Vietnam, LBT continúa apostando por la manufactura local.

En algún momento de la primera mitad de los 2000 se sacaron de la manga un modelo de chest rig al que llamaron 1961a. Pronto se hizo popular entre la comunidad SFs y al cabo de unos años no solo no perdió vigencia sino que incluso se gana la estima de un buen puñado de recreadores y fans. Demasiadas apariciones estelares en ref pics como para resistirse.

Es en este punto cuando los japoneses de Flyye toman uno, lo despiezan y acaban vendiendo una réplica que acaba en nuestras manos.



Teniendo presente que se no se trata de un original y que es muy posible que haya detalles que difieran, echamos un ojo al concepto y el diseño. Pero antes hay que ubicar este webbing en su época, una era todavía pre-molle donde si bien ya asomaban novedades lo que mandaba en el issued eran los toscos LBV y Alice. Sobre éstos el 1961 supone un avance pese a seguir siendo un rig simétrico con pouches fijos.

Poniéndonos sobre la mesa de dibujo de LBT suponemos las intenciones del diseñador: un chest ligero que se pudiese usar sobre armadura o sin ella, con capacidad para un montón de cosas (no racanearon:  granadas de mano y de 40mm, mags de fusil... y hasta de pistola!)  cada una con un sitio y que además se echasen mano fácil, sin escatimar en velcro.

Una concepción desde luego voluntariosa, casi infantil: meterte encima todo lo que puedas necesitar y más, todo en su pouch casi pensado a medida. En principio una intención más que razonable. Cuanto más podamos cargarnos sin que pese, mejor. Que de eso nunca sobra.

El problema es que una "gran capacidad de carga" esa letanía angélica que excita a los espíritus golosos, implica que tienes que poder cargarlo a tope sin mayores consecuencias, porque de otro modo esa gran capacidad o no es tanta o no es practicable. Fruncimos el ceño pensando cómo vamos a lidiar con tanto pouch velcrado. Pero miraremos eso más adelante.



Antes de ajustar el 1961 para nosotros, levantamos el conjunto que en vacío tiene un peso adecuado. Flyye asegura que la tela es Cordura 1000D, pero aparentemente pesa algo menos y tiene menor empaque que esa densidad  pensada para que tus nietos hereden el gear. Con una 500D de verdad sería suficiente. Las costuras son bien correctas, en sintonía con el resto de los materiales. Excepto con los clips. La réplica los ofrece en khaki, pero los de este ejemplar sufrieron un spray en negro para dejarlos como los del original - un gran error. Tal vez por eso, tal vez defecto de origen, no funcionan bien. Incluso
los dos grandes frontales se comportan horriblemente, al límite de poder ser usables. Volveremos a los buckles, y no será agradable para nadie.



Todos los ajustes al usuario se hacen por la parte posterior. La sujección al lumbar puede ser correcta (aunque dejamos strap sobrante, y eso suele ser buena idea, en previsión de que pongamos armadura o prendas gruesas) pero a nivel dorsal no es perfecta. La distribución del peso sobre el cuerpo es caprichosa y los triángulos que rematan los tirantes son propensos a doblarse sobre sí cuando te pones el chaleco.



En los tirantes debe notarse que tenemos una réplica en las manos y no un original, salvo que en LBT se dediquen a descuidar elementos fundamentales dándole este aire rústico y entumecido. He visto varas de titanio más esponjosas que este tirante que tiene la función, se supone que secundaria, de repartir el peso de tus hombros sin rompértelos o abrasártelos.

Ambos tienen velcro bajo el que encasquetar cables, antenas o elementos que desconocemos. Al menos no pesa demasiado.



Una visión general del frontal. Bajo los grandes clips negros (en origen de la réplica, khaki, en el original negro) se asoma la miríada de pouches que pasaremos a desgranar.

-4x double 5.56 mag pouch
-2x single pistol pouch
-3x 40mm grenade pouch

Destacan 4x pouches para cargadores de fusil, en los que podemos meter x2 mags de 5.56 en cada uno. Sumándolos tenemos la asombrosa cantidad de 8x mags. Esto son, en munición real,

-240 cartuchos, a 30 por mag.
-3600 gramos, a 450 por mag.

Sería frívolo decir si son muchos o pocos, solamente consideraremos que en la época que fue concebido este rig todavía no estaban en boga los modernos programas de entrenamiento en tiro y la máxima del aim more, shoot less.



Apartamos la vista momentáneamente de los cargadores de fusil para fijarnos en los de pistola, colocados bajo ellos. Pueden alojar a dos, en este caso de una Sig 226 de airsoft. Se aprecia que prácticamente la mitad del mag asoma fuera del pouch, con la tapeta sujeta detrás.

Por cierto,

-30 cartuchos, 15 por mag.
-600 gramos, 300 por mag.


Algo está siendo extraño. Aquí evidenciamos una particularidad -para el que escribe, un tremendo error- del diseño del 1961: la conflictiva configuración de los cargadores de fusil cargados junto a los pouches que tiene por debajo.



Vista de ambos pouches para cargadores. Cuando llenamos los dos, vemos que la tapeta del de fusil está sujeta por apenas una pulgada de velcro. Esto podría no ser necesariamente malo si pensamos que con cualquier enganchón se quitará, nada de eso. De hecho si queremos abrirlo tirando desde un vértice inferior no tenemos casi superficie donde poner los dedos, y si llevamos guantes podemos darnos por jodidos. Estamos obligados a hacer otro movimiento con la mano y a agarrar por otro lugar... que siempre será menos cómodo y más lento.

Otro detalle que no es menor es el generoso espacio entre la tapa de los cargadores y la tapeta que evita que se salgan, realmente es una invitación a que se deslicen por el lado.

Pero nada comparado con todos los boletos ganadores que tienen para perderse los mags de pistola. Sería sorprendente hacer unos cuantos movimientos bruscos y que continuasen ahí. Si nos aventuramos a reptar, acabarán pegándonos en las rodillas: nada que nos extrañe si recordamos la infinita superficie que tienen fuera y la escasa capacidad comprensiva de la cordura y el velcro. A estas alturas tampoco se nos olvida que llevamos en tan poco espacio medio kilo del ala. En airsoft es mucho menos, pero las posibilidades de palmarlo continúan amenazantes.

Esto ocurre más intensamente con el pouch compartido con el de pistola, pero también en los de las granadas.



No llega la sangre al río y ese armagedón para nuestros cargadores no es inevitable. En caso de prescindir de la segunda línea de pouches (algo que se puede agradecer si hay que pegar la panza al suelo, porque el volumen es importante) los mags sí quedan fijados bajo una generosa y adecuada capa del tela. Y además hasta se pueden agarrar fácil. Pero perdemos un montón de esas cosas que construyen esa gran capacidad de carga que nos llamó la atención al principio y ganamos... peso muerto en tela y velcro. No mucho, pero siempre algo. Además se nos puede enganchar por ahí. Buf.



Lo bueno de los pouches es que aunque están pensados para cobijar elementos más o menos específicos, nadie dice que no se le puedan meter otros. Quién le dice que no a una bengala y a una multiherramienta en lugar de cargadores y granadas?



O agua. Eso nunca sobra.



La tapeta que tan corta nos resulta para cubrir cargadores cumple su función con el botellín de medio litro.



Recuperándonos del susto del frontal deslizamos nuestra atención hacia los laterales. En primera instancia cuenta con tres compartimentos:

-1x bolsillo interno
-1x pouch general
-1x pouch granada

En esta configuración mostramos el pouch interno como alojamiento para una pistola, algo que siempre parece tentador. Que nadie se emocione con esto: como forma de transportarla es excelente, pero quedémonos ahí. Querer sacarla de ahí rápidamente es una quimera en primer lugar por su elevada posición y en segundo, por el diminuto tamaño del clip que la asegura. Operar con precisión los dedos a esas alturas entre la VI y VII costilla es lento, pero permitan insistir que no fue pensado para llevar una pistola. Pero entonces, por qué un par de portacargadores? Por si acaso, supongamos.



Un alojamiento más razonable. Y seamos honestos, que no todos los chest rig pueden llevar dignamente algo de este peso y volumen bajo el brazo.



O mucho mejor. La vida es corta y las golosinas molan.

Se aprecia en esta foto la banda elástica, de buena calidad, que ayuda en el cierre de un bolsillo interno que suma enteros.



En el extremo del rig alcanzamos a unos pouches que tal vez fueran diseñados para algún elemento específico. Supongamos que es así, porque resultan demasiado pequeños para casi cualquier cosa.

Apreciamos unido a él un bolsillo para granadas de mano, en este caso algo parecido a una Mk2 como modelo. Para elementos de este tamaño es excelente, aunque de nuevo el buckle liliputiense está ahí para recordarnos que las cosas que explotan no son cosa banal y mejor será que nos pensemos en sacarlas. Por lo menos nos queda en una posición que no requiere contorsionismos de muñeca. Siempre es bueno tener útiles así a mano y medianamente seguros, y con este pouch se consigue. El problema es que la especificidad de su diseño únicamente lo hace apto para un tipo de granadas. Una de humo, salvo que las haya muy pequeñas, no tendrá cabida. Y si cupiese, se caería.



Levantamos la gruesa tapeta cerrada por velcro para encontrarnos una segunda, de nylon muy elástico sujeta por nada menos que seis corchetes.



Seguro que le encontramos alguna utilidad a este peculiar doble cierre. Mientras eso ocurre, lo enviaremos al cajón de los repuestos. El exiguo interior del pouch cobija en este modelo un pequeño botiquín. No da para mucho más.



Pouch abierto y vacío, con la segunda tapa volteada en la derecha. Prestamos atención al aliviadero del fondo, presente en el resto de los bolsillos. Pero éste utility (?) resulta desconcertante en su limitado tamaño. Está OK para un botiquín o un NOD (y la extraña segunda segunda tapeta tendría alguna utilidad echaría una mano haciendo presión y evitando que se dañase mucho con el movimiento) pero hasta para dejar los cargadores usados se queda pequeño. Más profundidad le vendría genial.



Giramos de lado y encontramos la misma distribución pero con otras utilidades. En un agradable guiño, el pouch interior y el velcro del tirante hacen sentido en una afortunada combinación: no es sencillo calzar una señora AN/PRC148, su mastodóntica antena y un TEA PTT de manera tan grácil. Quizás hayamos encontrado uno de los elementos específicos sobre los que LBT diseñó el 1961.



En ésta ocasión no hay fallo con los clips, el grosor del velcro ni nada. Solo podemos confiar en que la antena no soporte una posición (demasiado) forzada y el PTT se mantenga donde está.



Meter una radio así sin que nos martirice u ocupe un espacio desmesurado es un logro, y éste rig pasa la prueba. Si soporta una PRC 148, los modelos PMR mucho más reducidos se los merienda a pares.



Otra vista más del cierre, la posición de la antena y los pouches de cargadores. Sobre el borde superior de la placa base del rig volveremos pronto.



Pero no antes de seguir regocijándonos en los laterales. En efecto es éste el único modo de meter una cantimplora... ladeada y desequilibrada. Pero al menos va más que sujeta.



Imbuído por la obsesión de meterlo todo, algún genio creador decidió cumplir con el chest rig canónico y calzarle un portamapas. Buena idea. Hasta que para rasgar el velcro en canal y abrirlo a tope, tienes que quitártelo (o eso o los brazos) y retirar los clips frontales. De otro modo es virtualmente imposible agarrar nada ahí dentro que no esté en tu esternón.

Tampoco perdemos gran cosa, porque poco más podemos encasquetar aquí. Un sobre con algunos papeles, una bandera para que no nos bombardeen... y que no sea de tela gruesa. Porque por encima de eso podríamos estar cargando con muchos gramos y muchos centímetros de metal. Podríamos colocarnos el 1961 y hacer flexiones sobre él, realmente.



Si precindimos de la operación de quitarse todo el webbing para alcanzar el interior del portamapas, podemos emparedar los papeles en este espacio.  Porque el modelo no es mucho más grande que un A4 doblado tres veces.



...y siquiera cierra del todo. Puede valer para útiles pequeños, y desde luego no se perderá entre las insondables profundidades de otros portamapas.  Pero sigue siendo un montón de velcro y capas de nylon que aportan peso y una utilidad difusa, aparte de colocar una SAPI como solución provisional. Que por cierto, no es tan mala pero sí debe ser provisional.



Nuestro ejemplar con uso muy ligero y ese color no muy apagado. Con él encima en esta misma configuración "no demasiado pesada para pensarlo pero sí para usarlo" no se acusa tanto el increible volumen y peso que podríamos soportar. En serio. Incluso si pegamos un par de carreras, damos un par de tumbos por el suelo e intentamos caminar hacia atrás con las manos, se muestra silencioso, sin nada que choque demasiado entre sí. Un acierto de distribución y al colocar velcros. Solamente el rumor del nylon nuevo rozando, algo natural que se pasará con el tiempo.

Pero habremos tenido suerte si conservamos con nosotros todos los cargadores. O no tanta, porque si toca apretar la panza contra el suelo, el 1961 loaded as nature inteded es como tener una caja de zapatos pegada al pecho. Y sacar cargadores ahí puede ser una experiencia desagradable.

El concepto sobre el que gira el 1961 es caprichoso, a veces esquivo de pillar. Un diseño que intente cumplir con tantas cosas a la vez (llevar mags de fusil y pistola, granadas de mano y fusil, utilities varios...) puede no ser bueno precisamente en todo. E incluso que se estorben entre sí.

Sin embargo, nadie dice que tenga que usarse tal como todos sus pouches dicen que debe (!) y oculta virtudes que han resistido el paso del tiempo. Dentro de vehículos es agradable llevarlo, hasta podemos conducir naturalmente con él. Pero más de una década contempla el momento en el que supuso un gran paso adelante respecto al material issued, y por alguna razón ha continuado ahí, en versiones más o menos remozadas. Tan malo no debe ser realmente.  Cosas de los tíos tatuados con anclas, águilas y tridentes que son los trend setters del cotarro y de molar saben un rato. El resto es una bola de nieve, es hype.