domingo, 10 de junio de 2012

Paraclete SOHPC

 Carísimas cenizas de un incendio

Paraclete fue fundada en 1998 en St. Pauls (Carolina del Norte) con el objetivo de suministrar a lo mejor de las fuerzas militares y policiales con productos avanzados en tecnología y diseño. Bautizada con uno de los nombres del Espíritu Santo, a Paraclete se le apareció el idem con la introdución  en 2004 del RAV (releseable armor vest) y el gran éxito cosechado entre crítica y público. St Pauls no está lejos de Fort Bragg donde vive Delta y eso suele significar que algunas visitas llamarán a la puerta con ideas bajo el brazo.

Sin ofrecer un extenso catálogo ni precios muy contenidos, todo iba viento en popa hasta que el 2006 los tentáculos del fabricante de material de protección MSA se hacen con el control de la factoría. La nueva dirección decide exprimir la gallina de los huevos de oro... y en el camino se deja gran parte de la calidad que había hecho destacar a Paraclete. La manufactura desciende de tal modo que los usuarios prefieren rebuscar stocks en busca de las piezas pre-MSA.


Para finales de 2011 la firma cambia de manos otra vez, y PPE (Protective Products Enterprises) asume una nueva etapa en la empresa, pero la noticia salta en Mayo de 2012 con el previsto cierre de los talleres de St. Pauls.


Frontal con configuración propuesta.


Lateral derecho

Trasera.




La sencilla etiqueta (una en el anverso del portaplacas delantero y trasero) con la descripción del producto manuscrita. Este ejemplar es una muestra del color RG y está ligeramente usada.




Marcada como Large, la talla le viene- ajustes aparte- algo grande a los 96 cm pectorales del maniquí. Tal vez fuese conveniente una Medium hasta los 104 cm de contorno.


Si el tallaje para el usuario no desentona con los estándares, la correspondencia con las protecciones es más rígida. Probando con SAPI réplicas (nada sorprendemente mayores que las M pero menores que una L) sobra alojamiento e hinchado su peso a los dos kilos se mueven alegremente cuando echamos una carrera, patrocinando una sensación realmente desagradable.  Nada demasiado serio siempre que tengamos unas placas iguales a la talla del chaleco.




De serie el cummerbound del SOHPC viene con antifragmentos nivel IIIA cosidos al cummerbound. Aunque no pesa ni impone rigidez en exceso, no siempre necesitaríamos esta protección. Según el catálogo de Paraclete este modelo ofrece elásticos para fijar los dos portaplacas sin necesidad del cummerbound, que es una gran idea cuando se trata de maximizar la ventilación. Pero en esta unidad no hay rastro de ellos, y buscando comentarios de otros usuarios destacan la pobre compatibilidad con el fajín y por otra parte su fragilidad.  Su anterior propietario podría aclarar esta circunstancia.



En añadido al soft armour el lateral alberga alojamiento para placas laterales... las 6x6 de Paraclete. Con las 8x7 estándar tendrá problemas. Aparte de esas protecciones, utilizar el interior del cummerbound para almacenar material no pinta atractivo, especialmente si pensamos echarles mano en menos de diez minutos y sin peligro de dislocar la muñeca.

En el momento de probarnos la pieza apreciamos un diseño eficiente, sin florituras. Levantamos la generosa plataforma central sobre la que van cosidas las cintas PALS con la ayuda de un tirador para acoplarle por velcro los extremos del cummerbound.





No he manoseado mucho las piezas pre-MSA, pero no es difícil solidarizarse con las críticas al bajón de calidad en Paraclete echando un ojo a estos velcros. Son malos, malísimos, y muestran un deterioro desmesurado para el poco uso que han sufrido. Tienen mucha vida por delante y queda mucho para que comprometan al conjunto, pero las señales son preocupantes, lo suficiente como ser cicateros abriendo y cerrando el portaplacas.



La operación de colocarse encima el SOHPC se realiza con toda la suavidad que permite el sistema de dos capas consecutivas de velcro y sin necesidad de leerse el manual de instrucciones. No es perfecto en el sentido de que abulta tanta acumulación de nylon y puede costar levantarlo si colocamos elementos pesados en el frontal, pero cumple con la básica condición de poder quitarlo rápido, en poco espacio y sin necesidad de grandes aspavientos.




Contrariamente a lo que sucede en el HPC -la gama inferior del catálogo Paraclete- esta solución ofrece un amplio frontal útil incluso para albergar cargadores largos y ausente de cremalleras difíciles de manejar y tendientes a fundirse.
  
Damos media vuelta al chaleco para encontrarnos con una espalda llena hasta arriba de molle -parece ser que la reducción de peso era una consideración secundaria- y la llamativa ausencia de un asa de extracción, un elemento que parece ser poco apreciado por los diseñadores de la marca.




El conjunto se asienta en los hombros por medio de unas sencillas extensiones que parten de la espalda, en un compromiso entre volumen y almohadillado: no hay problema echando la culata al hombro ni éste sufrirá prematura o injustificadamente. La significativa libertad en los movimientos -no estamos con un portaplacas minimalista- nos irá acompañando en nuestro paseo con el SOHPC, con pocos puntos comunes respecto a modelos precedentes. Para guiar cables o tubos cuenta con la ayuda de una tira de velcro en cada lado, únicos elemento de este tipo en todo el chaleco.






Nos vamos formando una impresión positiva -pero no entusiasta- de este diseño: un portaplacas compensado, nada excesivo en tamaño, sencillo, con un musculoso cummerbound que libera al pecho de tener que cargar con todo. Mejorando aquella revolución de 2004 que fue el RAV, pero sin acabar de dar en la tecla de la excelencia.




Lo peor es que tenemos un problema en los acabados, no tanto con los materiales.  Dejando prejuicios aparte, la factura del producto chirría en algunos elementos, pero el global es satisfactorio. Lo es hasta que recordamos los hasta 600 dólares que en tienda y sin descuentos nos clavan por el SOHPC. Eso es un precio desorbitado que avergüenza por esos velcros infames y algunos pespuntes prematuramente envejecidos que difícilmente se justifica por los productos state-of-the-art producidos en el pasado.


Todas las consideraciones que hagamos para evaluar este pc pasan por ese precio, que anima a esperar otra cosa. Si prescindimos de lo que cuesta, es una opción que sin ser brillante resulta muy buena pese a nubarrones en la poca resistencia de algunos componentes. El nivel de protección es notable (si esto no nos interesa, estamos con el chaleco equivocado) como también lo es la capacidad de ofrecer varias configuraciones manteniendo una aceptable comodidad a salvo de roces, sobrecargas o sobrecalientamientos innecesarios.

lunes, 4 de junio de 2012

Sobre placas

 Cómo vamos a probar un portaplacas usando unas de juguete?

Aunque se pueden encontrar por ahí, acceder a placas de protección balística fuera de donde tienen que estar no es fácil y para actividades recreacionistas tenemos que tirar de réplicas.

Sería genial disponer de unas con las mismas dimensiones y pesos que las muy extendidas SAPI (o las actuales ESAPI) pero los modelos que encontramos en el mercado cercano al airsoft no satisfacen ninguna de esas necesidades.


A la izquierda, SAPI (según la el etiquetado, Medium)  de TMC. A la derecha, una Toy Soldier que se deja leer como Large. En efecto la vista no engaña y son del mismo molde y tamaño, aunque los acabados y textura sean diferentes.

Metro en mano, dan ambas unos 225 x 325 mm.

Según el fabricante de las de verdad,

Medium: 241 x .318 mm
Large: 260 x .337 mm 

Del peso ya intuirán ustedes cómo está el percal. Pensadas para cumplir una función determinada -hacer el paripé para airsoft- no exceden los 100 gramos. Volvamos a las SAPI reales:

 Medium - 1.82 kg (ESAPI - 2.50 kg)
Large - 2.09 kg (ESAPI - 2.85 kg)

Para propósitos de análisis o entrenamiento -propiedades balísticas aparte- necesitaremos las placas de verdad o unas que se les aproximen mucho. Las de arriba no nos sirven por su tamaño inexacto que no casarán bien con algunos plate carriers. El peso, sin embargo, lo podemos intentar arreglar para salvar la situación:


La playa, un par de horas después del gimnasio, cuatro kilos de arena, paciencia para meterlos por esos agujeros...

viernes, 1 de junio de 2012

Configuraciones básicas: first line


Cuando tu mochila está sabe Dios donde y el chaleco has tenido que quitártelo para no hundirte con él en el río, lo que te queda es tu first line. Y mejor que tengas ahí lo que necesites.


Sin necesidad de llegar a esos extremos de dramatismo podemos ilustrar gráficamente qué es esto de la primera línea. Aunque también podemos concebir first lines para entrenamiento o a tiro, una definición podría ser la suma del material básico, inmediata y fácilmente accesible, utilizable sin necesidad de combinar con otros elementos, esencial para sobrevivir. Después de eso ya sería cuestión de apañárselas y conseguir una second line para seguir luchando y una third line para aguantar el tirón - de eso hablaremos en las próximas entregas de configuraciones básicas.

Pese a que esa definición somera remita un cinturón en torno al cual sujetamos ese material indispensable la first line comienza en los mismos bolsillos de nuestras prendas. Documentación o mapas (salvo que no tengamos que estar donde estamos) dinero en metálico (si hay que comprar cualquier cosa, como voluntades) material para mirar, pensar, orientarse y escribir, calcetines de reserva... lo que sea que sea fácil de llevar en la camisa o el pantalón y  pueda hacernos la vida muy jodida si nos falta.

Como en todo, hay millones de modos, piezas y configuraciones para construír esta primera línea, cada una depende de lo que decíamos en el preámbulo.  Como muestra presentamos una demostración con material que tenía a mano, que desde luego tiene material que no es el ideal y posiblemente no me la llevaría así a ningún sitio.




Se trata de una combinación francamente pesada -podría servir perfectamente para luchar con ella y no solo para andar escapado- pero que en su maximalismo nos ayuda a explicar el concepto.

Desglosando elementos:

0: Padded belt. Un cinturón con cintas PALS. Existen múltiples posibilidades, desde usar un cinturón de cuero normal hasta otros molle que integran protección de soft armour. Lo importante es que sea fácil y rápido de quitar, pensando tanto en emergencias como para echar mano a lo con él puesto tendríamos en la espalda. 

1: Medic pouch. Su contenido debería ser obvio y preparado para utilizarlo tú s sobre otros, no a la inversa. Si está señalizado con una cruz roja indica que alberga material médico, sería muy inadecuado abrirlo en una emergencia y encontrarlo relleno de gominolas.

2: Utility pouch. Un pequeño multiusos que tanto podemos utilizar vacío -siempre podremos encontrar cosas que nos querramos llevar- o para carretar otros. 

3: Pistolera de pierna. Plataforma para Serpa, posiblemente una de las peores opciones para llevar la sidearm en la pierna. Trataremos más adelante otras opciones para tenerla accesible, como la cadera o el pecho. Para la ocasión de "llevarlo todo" la mostramos sobre la pierna. 

4: Pouches para cargadores de pistola. Buena opción para herramientas, también.

5: Pouch doble para mag de 5.56. Versión cubierta al igual que los anteriores para prevenir de caídas y suciedad en el contenido.

En este punto es necesario remarcar un fundamento de la configuración de cualquier portaequipos: el balance de pesos y volúmenes en torno al cuerpo es esencial para mantener el equilibrio y un mínimo confort por una parte. Por la otra, dividir la inmediatez y el acceso a los elementos. Observamos en la muestra como la pistola se sitúa en el lado derecho del cuerpo para ser extraída y manejada tal como haría un diestro, con la mano derecha. Los cargadores almacenados se desplazan hacia la extrema izquierda para permitir un movimiento más natural, preciso y breve de la mano que realiza esa operación, al izquierda. Si tuviésemos que hacer peregrinar la mano izquierda hacia el lado derecho del cuerpo el proceso se haría mucho menos agradable. Al lado de los mags de pistola se acompañan cargadores para nuestra arma principal.
Aparte de la munición de nuestras armas -ojo, que nadie dice que haya que llevar dos, insisto es que se trata de una muestra- en la izquierda, en el lado opuesto guardamos material para agarrar cuando no necesitemos la mano derecha empuñando un pistolete.

Analizamos el contenido de esta configuración:




1: En el centro de nuestra espalda, protegido dentro de una funda de alta visibilidad que además previene el deterioro del material médico, un pequeño botiquín. Haremos un poco el contorsionista para acceder a él con el cinturón puesto: no es necesario que esté así. Para algo está cerrado por clip y hemos enfatizado en su fácil extracción. En caso de tener que utilizar este botiquín, quitamos todo el war belt y extendemos su contenido sobre el piso.

2: Hará más falta que unos lugares que otros, pero el agua nunca sobra. En esta ocasión invertimos el precioso espacio -y peso- del utility en dos botellas de plástico de medio litro. Personalmente prefiero esta opción a las cantimplora por ser más ligera y adaptable: puedes meter una en un bolsillo del pantalón o vaciar o tirar más alegremente las que hayas consumido.

3a: Nuestra pistola es buena alternativa para el caso inicial donde caemos al río y quedamos sin nuestra arma principal. Ya sabemos que tener cerca cualquier cosa que haga pum no es mala idea.

3b: Tuneando la pistolera hemos incluído en el conjunto un pequeño cuchillo, más de bushcraft que de combate. Como herramienta o como arma es algo que no está de más en ninguna situación.

4: Volvemos junto a los dos mags de pistola (aquí de airsoft) que junto al que lleva montado suma la apreciable cifra de tres.

5: Dos cargadores de 5.56. Estos ya pueden ser mortales tirándolos a la cabeza de alguien si nos quedamos sin fusil, pero si todo va bien son una excelente opción para una recarga de emergencia. 

Si las cosas funcionan, el peso del litro de agua en el lado derecho debería estar equilibrado con los cargadores del izquierdo.

5a: un par de luces químicas, buenas si nos coge la noche, y dentro de sus fundas de plástico buenas si se encienden accidentalmente.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Configuraciones básicas: preámbulo

Mantra:

Mission defines tactics, tactics defines gear.

La misión define las tácticas, y las tácticas definen el equipo. Es algo que hay que tener presente. Al contrario de lo que ocurría en tiempos pretéritos cuando el soldado escasamente adiestrado estaba constreñido entre la rigidez de su equipamiento y la doctrina, en la actualidad muchos usuarios tanto militares como civiles están capacitados para discernir entre lo adecuado o no para su tarea. Algunas consideraciones son universales (como no cargar más peso del que uno pueda soportar, o el mantener una movilidad, temperatura corporal y confort suficientes) pero otras dependen de múltiples factores. No es lo mismo practicar tiro en el campo que manejar la ametralladora de un vehículo que conducir una patrulla por las montañas. Ni podemos jugar las mismas condiciones cuando montamos guardia en la base que si asaltamos una habitación con hostiles dentro. Cada situación requiere unas respuestas diferentes y en gran medida específicas. y esto nos lleva a la lección 0.1:


No existe ni el equipamiento universalmente válido, ni la configuración perfecta. Cuanto antes entendamos esto antes nos acercaremos a construir nuestro propio criterio en función de nuestras necesidades y nuestro cometido. Si estamos tentados por un material o una configuración que sirva para un roto que para un descosido quizás caigamos en la trampa que hablábamos al vernos las caras con el diecinueve sesenta y uno. Y tengamos algo regulero: bueno para poco y malo para mucho.

Menciones aparte merecen los ámbitos de la recreación histórica y el airsoft, donde el equipamiento tiene sus códigos propios, incluso diferentes sobre los que fueron diseñados.

En la primera nuestro nivel de elección está definido por lo que hiciesen en la unidad y época que recreemos, y el margen de maniobra que podamos tomar puede ser notable o asfixiante. Siempre hablando de reenactment comme il faut, que si decimos que vamos de 101st en Vietnam por llevar un M16a1 y un BDU verde ya es otro rollo.

 En airsoft la particularidad está en la propia limitación del juego -que da para lo que da- que en muchas ocasiones hace que baste llevar una bolsa de Mercadona con cargadores y unas bermudas para ponerle las cosas difíciles a alguien, lo que puede hacer pensar que con cualquier cosa vas como Dios. Podría serlo cuando se trata de ir por un pinar o una nave abandonada y van saliendo las cabezas como el juego este de los topos y los martillos, pero si se le pide algo más una partida siempre acabaremos haciendo lo mismo con el equipamiento. Que a fin de cuentas está para hacernos la vida más fácil y más difícil al contrincante. 


Dejando pasar las consideraciones estéticas (?) en el equipamiento, nos metemos en la configuración del sistema de líneas.

domingo, 27 de mayo de 2012

Black Ops Corporation, Kandahar Place Carrier (KPC)

 Llega un momento feliz en la vida del usuario de material táctico en el que se da cuenta de que el kit que venía usando (sea el de dotación de tu unidad o el que tú pensabas que era fantástico) era una mierda. O que se rompía, y había que cambiarlo de algún modo. Para ambas problemáticas sirve de ejemplo esta pequeña gema sin pretensiones.


En el bullicioso Afganistán de 2004 trufado de operadores occidentales aún con el chip de Desert Storm, la oferta de chalecos portaplacas era limitada y la compra por internet no había alcanzado su madurez. Incorporar modelos nuevos diferentes de los issued casi recién introducidos o simplemente reemplazar los dañados no era del todo fácil.

Ahí entra en juego un pequeño atelier local que pronto se especializa en productos de sencilla factura para satisfacer la creciente demanda de la gente de ISAF y PMC: Black Ops Corporation. Ofrecen chalecos, pouches y pistoleras de diseño más moderno que la mayoría del gear estándar a precios de ganga en comparación con las marcas de prestigio. Y sin más espera que todo lo rápido que puedan trabajar sus máquinas de coser.


Vista frontal, con placa SAPI en el interior.

Esta pieza es un Kandahar Plate Carrier, KPC en adelante. Originalmente en color verde, proviene de Gran Bretaña y tiene un número de serie militar a boli además de este artístico sprayado. Ha visto uso.


Lateral.


Trasera.

En una etiqueta bastante digna que muestra cierto orgullo de marca aparece etiquetado como una L más europea que americana. Las réplicas que se ven por ahí son XL, sensiblemente más grandes. Black Ops fabricó este KPC en OD, tan y negro hasta su cierre.

En 2005 costaba 40 dólares, casi el triple menos que cualquier cosa a la que meterle placas, y verdaderamente suponía una alternativa considerable frente chalecos como los Osprey mkI y II británicos.


Interior de la placa trasera, con etiqueta y costuras de anclaje.

Este diseño no es ingeniería nuclear, pero sí un ejemplo de pragmatismo y economía de medios. Alojamiento para placas (SAPI o Osprey) en pecho y espalda, unas hombreras de mercería de barrio, cierre ventral por velcro. Ningún clip. Las cintas PALS son de tamaño estándar, que no es mal detalle y más de los que otros chalecos posteriores e issued pueden decir.

Costuras y materiales son correctos. Definimos "correcto" como equiparable o ligeramente superior a mucho gear de airsoft pero sensiblemente peor que el de marcas premium en pesada cordura 1000D, de ese que van a heredar tus nietos. Sufriría  con placas de verdad y esta unidad que ya da muestras de fatiga probablemente no aguantase otro despliegue. 40 dólares, decíamos. Y todas las papeletas para regalárselo al traductor afgano después de que te hayas hecho con algo mejor. O para que acabe en Ebay, claro.


Detalle de costura, velcro frontal superior y diferente desgaste en el PALS.

El cierre por velcro resulta muy adecuado para este concepto, y logra una excelente sujeción además de ser muy rápido de quitar. El problema es que tiene fecha de caducidad (seis semanas quitándolo y poniéndolo ocho veces al día bastarán para que pida papas) y como todo velcro dará el coñazo si se satura de suciedad.


Frontal con abertura inferior extendida, réplica SAPI al lado.

Estas tiras en los hombros son otro gran acierto de diseño, proporción y adecuación al material, cumplen su función insospechadamente bien. Las tiras elásticas de mercería son el elemento de peor calidad del conjunto, pero también otra aportación estimable. Con el velcro del frontal superior es la única floritura del KPC, que (acertadamente) hasta prescinde del asa de extracción. En Black Ops no quisieron especular con si aguantaría el peso de un tío de 90 kilos.


Exterior de las hombreras, con la primera de las tres elásticas mostrando castigo.

Porque además de cumplir con su función principal que es sujetar unas placas, se le pueden enganchar cosas molle.


Como con los kebabs, uno nunca se harta de meterle cosas!

No está nada mal ni para el tiempo, ni para el lugar ni las circunstancias que vieron la gestación del KPC. Más allá de la curiosidad de un theather-made-piece-of-kit y que no es comparable al material issued o al comercial premium, el Kandahar desliza desde su simplicidad una valiosa lección: resulta mucho mejor pensar nuestro producto honestamente en respuesta a unas necesidades que copiar otros modelos o intentar un pastiche que cubra todos los requerimientos reales e imaginarios.

Multicam/MTP vs. DPM... en Galicia.

Sin trampa ni cartón. Admitámoslo: hasta que salga a la luz la capa élfica no habrá camuflaje perfecto, ni universal. Lo positivo es que mientras tanto podremos desafiar algunas convenciones, modas y manías. Y lanzarnos en brazos de los fabricantes espabilados, claro.


Diseñar un patrón de camuflaje debe ser cosa curiosa. Sacarlo fuera y que se confunda con su entorno, complicado. Antes de valoraciones objetivas o subjetivas es necesario aclarar que ninguno es perfecto -ni mucho menos.

 En el momento en el que a alguien especialmente pragmático se atrevió a priorizar el amoldamiento al terreno en lugar de a la distinción de las tropas propias de las ajenas, multitud de soluciones han ido en esa vía:  desde imitar el color de una prenda cuando está llena de polvo, aplicar brochazos de pintura en los colores de la vegetación o la creación de esquemas "científicos" que confundiesen al ojo humano o mecánico.

La variedad de colores, luces o texturas que se encuentran en el mundo natural (y el artificial!) es enorme y además tienen la manía de cambiar según la hora del día y el momento del año con lo cual la hipótesis de una "camuflaje omnitópico y omnicrónico" es quimérica a día de hoy.

Llevado al campo militar los condicionamientos para un uniforme de camuflaje encuentran todavía más limitaciones, como pueden ser mantener un precio contenido y una uniformidad, contra los que solo unos pocos pueden jugar. Además especialmente en el ámbito de la simulación militar o el airsoft se da un curioso fenómeno: el hábito de ver y reconocer uniformes determinados.

En esta ocasión la idea es llevar dos patrones militares británicos de generaciones diferentes y diseñados con medios y objetivos diferentes a un lugar específico, el noroeste de la Peninsula.

Los contendientes:


Con cuarenta años a sus espaldas y múltiples exportaciones que lo avalan, el campeón e incónicoDPM (disruptive pattern material).



Al otro lado del ring y respaldado por su gran aceptación por las mejores fuerzas especiales en los últimos años, la versión licenciada por Crye Precision de su Multicam al British Army, MTP (multi-terrain pattern)


El combate, que ya les veo a ustedes suspicaces, está en efecto amañanado de origen. O casi. Galicia aparece evocada como todo muy verde y muy oscuro y muy húmedo, terreno abonado al DPM. Y es de nuevo cierto, aunque nuestra curiosidad y ánimo crítico conduzcan a un versus contra un producto ideado para otras latitudes. Sin embargo el de Crye es un camuflaje "tecnológico" elaborado a base de no poco estudio, tiempo y dinero... y eso es como para darle una oportunidad aunque no seamos tan ilusos de pensar que es la panacea.

Las fotos fueron tomadas en el norte de Galicia a finales de Mayo de 2011. El DPM es un S95 y el MC se corresponde con pantalón multicam y camisa MTP.






























Comer en ops: MRE vs. comida liofilizada

Pongámonos en situación. Tenemos que plantarnos fuera de la civilización durante dos, tres, cuatro días si la cosa se pone seria, vivir de lo que llevemos con nosotros y quizá exponernos a un desgaste severo.  Debemos prescindir de lujos como descansar y comer plácidamente, con calma o cuando nos apetezca: en el mejor de los casos tenemos que hacer como si no hubiésemos estado ahí. En el peor, evitar que otros que andarán por ahí con la intención de jodernos lo consigan.



Como somos gente sana, de dieta aceptable y libre de transtornos alimenticios, asumimos que nuestro cuerpo tiene reserva de energía para afrontar ejercicio intenso durante un par de jornadas sin que nos de un pallá. No será necesario observar un régimen complejo ni hacer malabares con proteínas, grasas, hidratos o sales.

Para un evento o una salida podemos cargarnos de un mix de sandwiches de chorizo, jamón, queso o media empanada de zamburiñas, nuestro estómago no se resentirá. Son fáciles de elaborar, ocupan poco espacio, pesan menos y son baratos. No nos alegrarán el par de minutos que tengamos para deglutirlos, pero podemos vivir con ellos.

Sin embargo, si hace un frío del carajo, llueve y se mojan, si acaban haciendo una bola de papel albal y barro con algo de fiambre y pan dentro, pueden darnos una vida muy miserable. Y no es agradable en absoluto estar en el puto culo del mundo, aguantando las de Dios con los huevos de corbata comiendo una mierda fría, cansina y deteriorada.



Ahí es donde entra en juego esta comparativa: un par de soluciones diferentes, no específicamente diseñadas para el uso que le vamos a dar y que por tanto ninguna es perfecta.


Comida liofilizada:


 Sin entrar en mayores explicaciones, se trata de platos envasados al vacío y deshidratados, originalmente pensados para la montaña. La muestra es una sugerente pasta estilo milanés facturada por Aptonia, marca de Decathlon. Dentro de su categoría se coloca en la gama baja.



Pesa 120 gramos, aporta 462 kilocalorías y su precio ronda los 6 euros.

Para preparla necesitaremos algo más que su bolsa:



En la "versión deluxe" incluimos dos cubiertos, un cazo y su asidero, cubiertos, el conjunto de hornillo (en bolsa negra) y un encendedor.



Todo cabe, aunque no muy ordenado, en un pouch utility de PLCE.



Para hacer que el contenido de la bolsa sea comestible, es necesario verter en ella agua caliente, 230 ml en este menú.
Montamos el hornillo para poner al fuego el cazo y esperamos a que alcance temperatura. No es necesario que hierva.

Contra: no siempre podemos permitirnos encender alegremente una llama.

La preparación no tiene más ciencia que abrir la bolsa y verter en ella el agua caliente.



Doblamos el zip de cierre para que el calor quede concentrado junto al contenido y agitamos para que quede convenientemente mezclado, salvo que queramos disfrutar de delicioso polvo mezclado con masa pastosa, algo que nos puede matar de asfixia y asco a la vez.

Durante la prueba la temperatura ambiente rondaba los 25º, con lo que el proceso se hace breve. Como el fuego del hornillo es constante mientras haya combustible, podemos alargarlo lo necesario si hiciese verdadero frío.



Es posible degustar la pasta directamente desde la bolsa, ayudados por los cubiertos o directamente con la mano. Esto último puede ser molesto si las tenemos muy sucias.



La otra opción es hacerlo sobre un plato... con la contra de que tendremos que lavarlo después, con agua o sin ella.

Conclusión.

La comida liofilizada es comida normal. De la que haríamos en casa, de bote, si no tenemos ganas de comer decentemente. Esto, si estamos en el campo y nos coge con el paso cambiado, puede ser ambrosía de los dioses. Con hambre entra divinamente y sin ella, se deja comer. Suelen ser platos de cocina internacional que todo europeo occidental aprecia, no hay grandes exotismos y se agradece echar el diente a algo que recuerde a casa.

Su aporte calórico es escaso:  460 kcal, cuando podríamos consumir en un día más de 3000. Esto no significa que vayamos a morir de hambre si nos alimentamos de estas bolsas ni nada parecido, pero llevar tres platos para cada día no está de más. No se trata de una comida "que llene" y su digestión es amable. Esto la indica especialmente para tomarla y seguir adelante sin pausarse.

Transportarla no es complicado pese al hornillo y su bombona de gas, pero hay que hacerlo con cierto cuidado: si los menús pueden soportar un trato rudo, la bolsa con los útiles de cocción necesitan ser protegidos.
Genera pocos residuos, pero puede ser neceario limpiar algunos componentes después de comer. Al no ser desechable también exige tener en mente que tal como lo hemos sacado tiene que volver a entrar.

MRE.

La muy popular ración de combate americana, ideada como un menú completo de varios platos para una comida. Hay muchísimas otras raciones militares, pero la mejor característica de la MRE es que sea autocalentable y no necesite agua.



Su peso se eleva hasta los 700 gramos, aporta más de 1000 kilocalorías y su precio oscila. Hablamos de un material cuya venta no está permitida y que por tanto varía según su negro mercado. No es complicado encontrarlas por internet, pero no las veremos en supermercados y su calidad y estado pueden variar. Los precios medios van de los 10 a 15 euros por unidad.  Salvo que tengamos mucha suerte no podremos elegir los menús.



Abrir el paquete (0) puede no ser sencillo y precisar un navajazo.

Aunque en este ejemplo presentemos el Menu 13 todos se componen del mismo modo:

-Primer plato (2) aquí tortelloni vegetales.
-Plato secundario (3) aquí compota de manzana picante.
-Barra energética (7) aquí una especie de toffee mezclado con mermelada.
-Mantequilla, gelatina o crema de queso (5) aquí manteca de cacahuete.
-Postre (4) aquí galletas crackers.
-Caramelos (6) aquí unos M&M's.
-Bebida en polvo (8) aquí una especie de naranjada.
-Paquete de accesorios (crema, una cuchara, sal, sidra en polvo y más)
-Calentador sin llama (1)
-Bolsa para calentar bebida (9)

En efecto son un montón de cosas. Todo se puede comer frío en caso de que emergencia, aunque verdaderamente se disfruta más calentándolo. Para eso tenemos la inestimable ayuda del famoso (1) flameless ration heather.



Funciona introduciendo determinada cantidad de agua que en contacto con químicos produce calor: introduciendo las demás bolsas en ella será como cocinemos la MRE. Con la temperatura amable del día este proceso se extiende por no más de 5 minutos, pero disminuye dramáticamente si nos vemos entre el frío. Si estamos en torno a 0º será muy complicado que mantenga calor suficiente para todos los platos y tendremos que conformarnos con comer medio caliente.  No hay opción de recalentado, salvo que tengamos un hornillo. Existen raciones para tiempo frío, pero no es tan fácil encontrarla.
 Por contra, en climas muy calurosos podríamos prescindir de ella.



Los dos platos principales (2) y (3). Se introducen dentro de (0) hasta que estén calientes.



Más apetecible de lo que parece, los tortellini ya están en el plato. Podemos precindir de este y llevárnoslo a la boca directamente desde la bolsa, que además conservará mejor el calor.



Como no tenemos una vajilla completa, comemos la crema de manzana en su envoltorio. Es un sabor contundente y novedoso para un paladar continental, una sensación que nos acompaña en la mayoría de las MRE. El como acepte el comensal esta novedad es cuestión muy personal.





Galletas crackers (4) en su envoltorio. Si estamos apegados a nuestros hábitos podemos acompañar con ella los platos principales, pero pegan mejor con crema o queso (5)




Crema de cacahuete en este caso. No será del agrado de los apetitos más frugales, algo que se puede extender a toda la ración, pero aporta muchísima energía y un poderoso sabor.

En este punto hacemos hincapié en una de las virtudes de la MRE: no hace falta comerlo todo de una sentada. Cada componente puede comerse por separado, reservándolo para otro momento. Quizás nos alegre un poco la noche de vigilancia el meterse un bocado de queso cheddar que haya sobrado de la tarde.



First strike bar, una barra energética con la que podría hacerse un explosivo. Densísima, golosa hasta el paroxismo e inestimable aliada para recuperar de un esfuerzo.  No hay nada en un supermercado español que se le pueda comparar.



Caramelos muy similares a los que podemos encontrar en Europa. Existe la superstición de que comerlos acarrea mala suerte, subterfugio para regalársela a los niños civiles que podamos encontrar.



El contenido de la bolsita de accesorios. Sal, especias, cerillas, toallitas húmedas y secas. Cuenta con dos preparados para bebida muy apreciables: una especie de tang de naranja y otro de sidra. No natural estilo asturiano ni achampanada: más bien zumo de manzana muy dulce aderezado con canela. Ambas se vierten en agua y saben a gloria bendita.



Estos son todos los residuos que dejó la degustación. Es mucho. Ofrece una idea del peso y volumen de la MRE, aunque por lo menos no hay latas de metal como si estuviésemos en la Antártida con el Captain Scott.

Conclusión

Meterse una MRE entre pecho y espalda, así de buenas salvo que seas un pantagruel, es una bomba. Si un plato deshidratado es comida normal de ciudad, ésta es comida de verdad, como de pueblo. A un estómago europeo lo sacia de veras, a una mala lo puede indigestar ligeramente.  Su alto contenido en sodio a la vez que bajo en agua y fibra ayuda en esto. En boca puede resultar demasiado fuerte, grasoso y de gusto extraño, aunque depende de quien lo pruebe.  El aporte energético es indiscutible.

La lección importante es que a un buen número de gente no le va a gustar e incluso se le hará desagradable. Naturalmente tales sensaciones van a ser minimizadas por el hambre y el cansancio, llegado el momento. A otros les parecerá incluso divertida de comer y más que apetecible... es importante porque estos platos además de proporcionar combustible tienen que hacerte la vida más agradable, no al revés.

La ausencia de llama la hace viable cuando la discreción es vital, pero el poder calorífico desarrollado es muy limitado.

Su peso y volumen no son desdeñables, y siempre nos queda la opción de tunearlas/aligerarlas a nuestro criterio, aunque el resultado solamente sería apreciable si llevásemos más de de media docena.  Rara vez llevaremos más de tres, no es ninguna locura dentro de una mochila. Las puedes tirar desde un avión, sumergirlas y lanzarlas y seguirán siendo comestibles.

Preparar los platos principales lleva su tiempo, tal vez más del que tengamos. En la otra mano, nos podemos meter en un bolsillo las barritas o los platos secundarios para echarles el diente cuando tengamos ocasión. Hay que tener cierto cuidado de no zampárselo demasiado rápido o el tendremos que lidiar con un estómago pesado. Todo esto hace que no sea la mejor compañera para situaciones tensas o frenéticas!


Comparativa.

Liofilizada.

Pros:

-Apta para todos los gustos y estómagos.
-Calentable y recalentable al gusto.
-Precio y facilidad para hacerse con una, además de elegir qué plato queremos.
-Peso y tamaño muy contenido.
-Rápida de cocinar y consumir.

Cons:

-Llena poco y necesita complementos.
-Necesita hornillo, gas, cazuela y agua.
-Los elementos anteriores necesitan ir protegidos.
-Hace llama.


MRE.

Pros:

-En una sola bolsa hay un montón de cosas comestibles y/o útiles.
-Se puede consumir por partes, en cualquier orden y dejar para después.
-Excelente fuente de energía.
-No hace llama.
-Se puede comer fría y sin agua.
-Indestructible.

Cons:

-Menús americanos que pueden no gustar a todo el mundo.
-Pesada en la digestión.
-Generan gran cantidad de residuos.
-La bolsa calentadora es de un solo y breve uso.
-Cocinar todo el menú lleva tiempo y ocupa espacio.
-Precio más elevado, compra más dificultosa y sin garantía de frescura. Por lo común, comemos el que toque en suerte.